Celebremos la Constitución de 1978
Hay personas con altas, medias y bajas responsabilidades que, cuando murió Franco, tenían menos de cuatro años o ni habían nacido; para ejemplo: el actual Gobierno. Resumiendo: ni hicieron algo en contra del dictador y su régimen ni, por supuesto, vivieron cosa alguna de primera mano: lo que saben es de puras «oídas y leídas» que su cerebro interpreta, reinterpreta y adapta como mejor le conviene.
Y aquí vienen: a recordar con la burda disculpa de no repetir.
¿Cuánto riesgo corrieron?: cero, ninguno.
Muchas de las personas que vivieron la ultima guerra civil NO querían rememorar aquellos tiempos del pasado; muchas de las personas que, de una u otra forma, se opusieron a la dictadura, no tienen interés alguno ni en hablar de ello, ni de recordarlo
Sufridores/as de la guerra y/o de la dictadura, muchos, os dirían algo similar a: iros al carajo junto a vuestro malsano interés por rememorar lo que no vivisteis.
Por cierto, ignorantes, la Constitución se aprobó unos tres años más tarde
Copio y pego el Manifiesto que circula por ahí.
Manifiesto íntegro
Es bien sabido por todos que celebrar en este 2025 «España en libertad» con cien o más actos es solo el subterfugio para celebrar la muerte de Franco y también la penúltima de las mentiras de quien los promueve, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ni la libertad empezó en España hace cincuenta años ni desenterrar el espectro de Franco logrará dividir a los españoles en dos bandos, como es su propósito. Con su «a moro muerto, gran lanzada» no hace Pedro Sánchez sino recordar una desdichada realidad: el prolongado fracaso de la oposición para acabar con un dictador decrépito y sanguinario que murió en la cama y la soledad y sacrificio de los pocos y heroicos luchadores que lo combatieron.
Con la Guerra Civil perdida para la República, el presidente Manuel Azaña pronunció su célebre «Paz, piedad, perdón». Dirigió esas palabras a todos los españoles, sin distinción de bandos. Sabía que ese era el único camino de la reconciliación tras una guerra que había abierto heridas muy hondas en todas las familias españolas, en un país partido por la mitad. Casi noventa años después el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido hacerlas suyas, pero con un planteamiento guerracivilista ya olvidado que viene a decir: «Ni paz ni piedad ni perdón; perdón solo para los nuestros, piedad únicamente para los míos y paz para nadie».
Llegó a la Moncloa enfrentando a todos con todos y hoy como entonces camina apoyado en la muleta de la mentira. Sus siete años de Gobierno han sido los de la corrupción política e institucional más grave de nuestra democracia. A ella ha sumado ahora la mistificación histórica y su miserable recurrencia a la Guerra Civil y a la «memoria histórica», consistente en olvidar lo que no le aprovecha y recordar únicamente lo que le conviene. A un tiempo muro y cortina de humo. Un muro entre españoles y la cortina con que trata de ocultar toda su miseria personal, política y moral, y la de su entorno, y cuantos procesos judiciales lo acorralan por corrupción.
La inmensa mayoría de los españoles decidió dejar atrás definitivamente una guerra y una dictadura en la que no pocas de sus víctimas habían sido victimarios, en la que el dolor de unos no se podría comprender ni perdonar sin perdonar y comprender el de los otros. Quienes habían perdido la guerra renunciaron a la venganza y quienes la habían ganado, al poder que disfrutaban.
Sin memoria no hay justicia y sin olvido no hay paz. Reparar solo a unas víctimas es despertar en las otras los agravios, y olvidarse de estas, la mayor de las injusticias. Las víctimas son de todos, la memoria es personal e intransferible y la verdad es una tarea común.
Hacemos desde aquí un llamamiento a la ciudadanía, y en especial a las fuerzas políticas, a boicotear cuantos aquelarres promuevan en torno a Franco aquellos que dicen celebrar la libertad echando mano de la discordia, su mayor amenaza, y de la reconciliación, promoviendo el encono civil.
Los españoles ya estamos reconciliados. Lo hizo una abrumadora mayoría, y dio a ese pacto el nombre de Constitución de 1978. La única fecha de celebración posible y deseable
De este enlace, obtengo el siguiente cuadro:
Celebro nuestra Constitución y ¡ojalá pueda ver aprobada una Constitución de la UE (difícil tema)!; con Ucrania dentro, por supuesto.





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