Curavacas y románico
El Norte de Palencia, punto de peregrinación para mi; aúna varios temas, por ejemplo: montaña, románico, personas que saben hacer, precios razonables…
En esta ocasión, el punto estrella era subir al Curavacas. Sobre esta montaña hay abundante material, pero tuve la suerte de que pude «apuntarme» a un pequeño grupo ya montado y que contaba con René, un guía de Turismo Activo-Gea Forestal, profesional, atento, conocedor del tema y persona multitarea, con más paciencia que Job. Por qué el Curavacas era la estrella de mi viaje?, pues porque es una montaña emblemática y bella, porque entiendo a Josep Manuel Anglada: «Quien siente la montaña no necesita explicaciones y mientras existan paredes, agujas y aristas, habrá quien las escale, disfrutando de lo que hace, aunque no comprenda exactamente el por qué», si bien, personalmente, no escalo: senderismo.
Pero no precipitarse. Hay muchas cosas que ver.
En Santa Cecilia (por fin!) había una esculturas de Ursi … Hay una senda balizada ….
Y desde luego…trend topic a la vista!:
Todo ello rivalizaba con las explicaciones, breves, amenas, acertadas…apasionadas… de Cesar del Valle Barreda (ROM). Una tarde magnífica.
Hay más de 200 iglesias románicas y, a diferencia de otros lugares, la escultura, el trabajo en los capiteles brilla con una potente luz propia; arquitectura, escultura, paisaje, recogimiento… Cantamuda, San Pelayo (lombardo y jaques son una rareza aquí), San Andrés con su joya al fondo.
Al menos hay cuatro rutas perfectamente balizadas: Roblón, laguna de las lomas, bosque fósil están entre ellas. Sin perdida.
Y llegó el día del Curavacas:
Subimos por el Callejo Grande, dejando a nuestra derecha el peñasco conocido como Diente del oso, haciendo una trepadilla, pasando a la cara Norte y acabando de subir hasta el vértice geodésico. Hay pendiente. El paso a la cara Norte tiene su aquel si hay nieve (que no era el caso), pues será hielo y muy posiblemente tengas que utilizar crampones para evitar acabar en la escupidera que bien podían llamar Calgari-2; son pocos metros… pero no se necesitan muchos. Esta montaña tiene varias vías, esta es la más sencilla…y en verano!; con todo, tiene su punto.
Bajar por la pedrera es una forma de ahorrar tiempo.
Allá se queda al atardecer, tan precioso como siempre.
En vidrieros, unas risas, unos cafés, unas cervezas.
Días excelentes.
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