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04/27/2017 / José Quintás Alonso

En una gran colonia griega, 200 a.c.

Nadie puede dudar por más tiempo
que las cosas no marchan en la colonia como debieran,
y aunque en una forma u otra progresamos
quizá, como no pocos piensan, ha llegado el momento
de llamar a un Gran Reformador.

Mas la objeción y la dificultad estriba
en que estos reformadores causan un gran trastorno
(sería una bendición  no precisarlos nunca).
Por todo, por lo más insignificante,
preguntan e investigan,
y de inmediato inventan cambios radicales,
pidiendo se ejecuten sin demora.

Les agradan también los sacrificios:

«entrega esa propiedad»;
«tu propiedad es peligrosa:
es exactamente eso lo que daña las colonias»
«renuncia a esa renta y a la otra.
y luego a la tercera, es necesario»
¿Pero, qué puede uno hacer?
Crean responsabilidades en exceso.
Y continúan investigando
y se encuentran con hábitos que quieren reprimir,
cosas que son difíciles de olvidar.
Y cuando, al fin, terminan su trabajo,
y queda todo en su sitio debidamente clasificado,
se van, llevándose un buen

salario, permitiéndonos ver lo que ha quedado

tras su muy experta ejecutoria.

Quizá el tiempo no ha llegado.
No nos apresuremos, la prisa es un peligro.
Las medidas tomadas repentinamente
traen arrepentimiento.
Es cierto, muchas cosas marchan mal en la colonia.
Mas, ¿ qué hay humano que sea perfecto?
Y, después de todo, mirad, seguimos adelante.

K. Kavafis,1928

Básicamente , si bien la mejor traducción creo está en esta colección

 

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