¿Quién o qué puede responder a las expectativas que crea y a las promesas que hace?
<…>complementario de ensalzar un socialismo policial. Lo curioso del asunto es que a la izquierda europea no se la considere responsable ni de sus complacencias con ese socialismo ni de su apoyo a él. Como ya no usa la idea socialista más que negativamente, como crítica del capitalismo y no ya como adhesión a un régimen existente, ha vuelto a encontrar un discurso menos vulnerable. Ya no tiene que justificar otra sociedad, puesto que ya no existe otra. Puede contentarse con criticar a la sociedad democrática como no democrática, es decir incapaz de responder a las expectativas que crea y a las promesas que hace. Ahora está enraizada sólo en el más viejo sueño de la democracia moderna, que consiste en separar democracia y capitalismo, en conservar la una y desechar al otro, siendo así que juntos forman una misma historia.
Tal es el melancólico telón de fondo de este final de siglo. Henos aquí encerrados en un horizonte único de la Historia, arrastrados hacia la uniformización del mundo y la alienación de los individuos por la economía, condenados a amortiguar sus efectos sin tener gran ascendiente sobre sus causas. La Historia aparece tanto más soberana cuanto que acabamos de perder la ilusión de gobernarla, pero, como siempre, el historiador debe reaccionar contra lo que adopta, en la época en que escribe, un aire de fatalidad: de sobra sabe que esta clase de evidencias colectivas son efímeras. Las fuerzas que trabajan por la universalización del mundo son tan poderosas que provocan encadenamientos de circunstancias y situaciones incompatibles con la idea de leyes de la Historia, a fortiori posibles de prever. Comprender y explicar el pasado ya no es sencillo.
Crea usted, querido colega, en mis sentimientos de profunda consideración. <Fin>
Furet
Recuerdo dos películas…
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