Dos dedos rotos.
Por primera vez en mi vida, me rompo algo. Viene esto a cuento de la dificultad física de escribir este post y de su obligada –casi- brevedad; es muy incomodo escribir con dos dedos rotos.
Mientras yo estaba y estoy, en la faena de la recuperación… mira que acaecen hechos y se acumulan frustraciones en aquella mente que considera que “todo” es relativo, menos SU opinión política, a la cual eleva a “verdad absoluta”; así enunciado, es un cúmulo de despropósitos, pero, sin embargo, opino que dibuja la situación de forma bastante realista en cuanto a la descripción de muchos de los comportamientos observados. Por supuesto, puedo estar en un error.
En este bosquejo entran quienes rompen unilateralmente el pacto constitucional y consideran que cuando a ellos se lo aconsejen las circunstancias, es el momento ( el único momento!) de abrir el debate ( al que presuponen un lapso corto de duración, obviamente Kalicrates sapientísimo). Hablo de la urgencia, casi incontinencia, republicana.
También entran quienes en base a estudiar medidas concretas, pierden la visión del conjunto y su importancia cuantitativa para las familias, de forma que hallada una medida concreta discutible, TODA la modificación se devuelve teórica y mediáticamente a los toriles. Hablo de la futura reforma fiscal.
Entran en este dibujo quienes minimizan el impacto de las formas; echar por tierra el proceso iniciado por el PSOE para elección de secretario/a general es pura locura, amigo Quijano; esta iniciativa concreta y utiliza una poderosa estructura organizativa, las tecnologías, camina hacía una participación directa e inicia un camino de adaptación de las familias internas (que no su desaparición, siendo esto una utopía mayor que las concebidas por Ursula K. Leguin).
Efectivamente, puede ocurrir que un solo individuo, organización o medio tenga esas tres postura (y más!!!); ocurrirá que, para su perplejidad verá como la monarquía aumenta popularidad, como el PSOE detiene la sangría de votos y como el PP gana las próximas generales. Ante ello, solo le cabe una salida: creer más firmemente en SU método de toma de decisiones.
¿Se trata del loable empeño de mejora que incluye aprender de la experiencia, corregir los errores, percibir lo posible y lo imposible?…o…¿Se trata de un enfermo mental…(pues la enfermedad mental existe)?. No lo se, desde luego y normalmente, le saca pingües beneficios amén de las flores que se echa…pero quizás sea de forma inconsciente, convencido como está de poseer el único Absoluto.