La cabeza puede enfermar
Estimo a esta persona. Estaba allí sentada, esperando, con su té caliente; la terraza estaba casi llena y, en general, la calle —peatonal— era una sucesión de establecimientos con terraza que servían bebidas y helados. Una amplia sonrisa.
—Hola, Eva, te veo muy bien.
Nos saludamos y un par de bromas dieron paso a la buena noticia.
—Estoy feliz; pensaba que la doctrina oficial implicaba asumir que el cerebro o la mente o lo que sea… era el único órgano de nuestro cuerpo que no podía enfermar; pero yo conozco a personas que tienen un problema en la pelota de pensar; de forma que ambos relatos no podían ser ciertos al mismo tiempo.
—Pues me alegro por ti; pienso que, en parte, te ocurre, pues lees prensa, ves telediarios. Ay, Robinson… ¿Cómo has llegado a la conclusión de que el cerebro puede enfermar?
—Parece que hay un consenso amplio en que la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia, el alzhéimer y el trastorno bipolar son enfermedades mentales.
Relamí el helado de tiramisú que había pedido hace un ratito en la barra.
—Cinco enfermedades me parecen pocas… Si una persona nos dice, y así lo siente, que es un caballo y exige al Estado y a la sociedad ser tratado como tal, ¿está incluido en las cinco?
—No tienen el 99,99 % del mismo ADN…
—Ya, ya, pero ¿tiene un problema serio? Y si lo tiene, ¿está incluido en las cinco?
—Si me hubieras dicho unicornio…
—¿Sabes que la genética fue una investigación reprimida en la Unión Soviética?
—Sí, lo sé: me lo has dicho varias veces.
—¿Acaso la mente/cerebro no puede funcionar mal? ¿Por qué los pulmones pueden funcionar mal y la mente no? ¿Por qué aquello que te dice tu mente es la realidad, es verdad, es lo que ocurrió, incluso es lo que eres, es como eres?
—El horror al vacío, el horror a la campana de Gauss, en otros casos disforia. Por cierto, me parece que utilizas cerebro y mente como si fueran lo mismo: palabras distintas designan cosas o conceptos diferentes, generalmente.
—Mente, cerebro, química, física… Hay muchas lagunas. ¿Qué relación hay entre los pensamientos y la electricidad? Si son eléctricos, pueden tratarse. Por cierto, es claro que una persona enferma y terminal de alzhéimer sigue teniendo cerebro, ¿y mente? ¿Son compatibles las situaciones generadas por esta enfermedad con lo que parece contenerse en los upanishads? ¿Comparte alguna característica la mente con el éter? ¿El experimento de Michelson y Morley no tiene parangón en la psicología, neurociencia, biología…? ¿Lo intenta alguien? ¿Cuál es la influencia real, medible, del SRY, del SOX9 o la 5-alfa reductasa en la determinación del sexo?
—Lo saben todo de todo, eso piensan algunas políticas y políticos. Sabemos muchas cosas e ignoramos más.
—Por ejemplo: ¿la diferenciación sexual sigue a la tenencia de ambos sexos en el mismo individuo o nada que ver, o es así o asá según la especie?
—Atiza, ¿no conoces las 8 transiciones[1]? Lo leí en un libro de Arsuaga. Quizás funcione de otra forma.
—¿Alguna vez la especie humana o sus ancestros fue o fueron hermafrodita? Es decir, las mujeres actuales tienen un órgano vestigial que es el clítoris; los varones no conservan restos de vagina, pues, posiblemente, surgieron de la evolución.
—Pezones.
—Si así hubiera sido y hablando poéticamente, de una costilla de Evadán salió Adán; claro que a lo mejor no estaban ninguno de los dos. Quizás, un ser pasó de tener XX a XY, la mutación que triunfó un millón de años más tarde —por ejemplo— pasaron a ser mujer y varón.
—Podría ser, quizás, es una posibilidad según la cual el varón es posterior a la mujer y un ser más evolucionado, más especializado para la función de embarazar. Lo desconozco. Por cierto, ¿cuándo la palabra designó a la realidad y comenzaron a decir varón u hombre y mujer o hembra? Se trata de una definición hecha en el tiempo, hace mucho mucho tiempo atrás (no había móviles, no existía Instagram ni Meta) y supongo que se fijaron en lo que veían y estaba claro; por ejemplo: unas personas podían tener hijos y otras no (además las primeras podían amamantarlos y las segundas no, unas tenían útero y las otras pene). Esa asignación de nombre, que luego se supo que tenía que ver con los cromosomas XX y XY, resulta válida para una amplísima cantidad de personas (de hecho, la población crece y crece). Más adelante aparecen influencias de otros genes; más adelante aparecerá… Sí, pero, sostengo, hay que cuantificar para ver el impacto de la comprensión total del mecanismo. SIN la existencia de “XX-XY”, ni SRY, del SOX9 o la 5-alfa reductasa, etc., tendrían papel, ¿no?
—No lo sé. ¿Ardi tenía clítoris? Me he perdido.
—Ni idea. ¿Café o té? ¡Vaya, cómo está hoy el patio!
Al cabo de un rato nos despedimos.
Camino de casa, distraídamente, miraba escaparates y personas cuando, de repente:
—¡Hola! ¡Qué sorpresa! ¿Cómo lo llevas?
—Bien, ¡pero ya se acaba el verano!
—Pues sí, ¡a llenar la nevera!
—Sííí; nos comportamos así. Te cuento una anécdota. ¿Qué día se cambian las pilas de los relojes de oro?
—¿Qué?
—Los sábados. El reloj está años en un cajón, pero el próximo domingo hay boda, bautizo; así que el sábado se da cuenta de que no tiene pila y va a cambiarla.
Risas.
—¿Sabías que en las grandes ciudades y en la segunda quincena hay menos atascos?
—Sí, desde luego; se pilla menos el coche, pues hay menos liquidez.
—Así es, y Transporte pone más vagones y gasta más energía, ¡que suministran puntualmente las compañías, pues también saben de estos comportamientos masivos!
—Comportamientos reales, masivos, racionales…; sobre ellos se puede construir.
—¡Como la vida misma! Me alegro de verte.
—Y yo, hasta otra. Recuerdos en casa.
—¡¡Igual!!
Apretón de manos. Apresuro el paso; es tarde y hoy me toca hacer la comida.
[1] Arsuaga, Juan Luis; Martínez, Ignacio: La especie elegida. Temas de hoy, 1998. ISBN:84-8460-463-2.

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